Cinta animada de acción, aventura y fantasía, Suzume (Suzume no tojimari) es escrita y dirigida por Makoto Shinkai, uno de los directores japoneses de animación más famosos de la actualidad, conocido por títulos como El Tiempo Contigo, 2019, Tu Nombre, 2016 y Viaje a Agatha, 2011. Con 122 minutos de duración, Suzume es una producción japonesa.
En la isla de Kyushu una joven de 17 años llamada Suzume conoce a un joven y misterioso viajero que le dice estar buscando una puerta mágica ancestral. Tras encontrarla en una montaña, y descubrir que esta conduce a otro mundo, Suzume, le ayudará a cerrar esa y muchas otras similares que están provocando desastres en todo Japón.
Gozando de una calificación mayoritariamente positiva por parte de la crítica especializada, es una cinta en la que su director, Makoto Shinkai, continúa explorando sus temáticas predilectas: íntimas, adultas y profundas, tratadas desde la perspectiva de lo fantástico.
Divertida y conmovedora a partes iguales, la historia es ante todo humana y, a diferencia de sus proyectos inmediatamente anteriores, experimental. Humana al abordar el arribo a la mayoría de edad, la importancia del amor en la vida (más allá de su sentido romántico, en el sentido amistoso y filial) y la búsqueda de superar duelos. Experimental por sus múltiples toques surrealistas.
Dicho toque experimental es al mismo tiempo el aspecto que menos puede gustar a los fanáticos de la obra de Shinkai, tal como a sus críticos más severos, mismos que consideran que esto aleja el foco del profundo impacto que la pérdida ha provocado en Suzume.
No obstante ello, su extraordinaria animación, su atención al detalle y una hermosa musicalización, sumados a los puntos positivos antes referidos, no hacen más que confirmar para sus mejores críticos una filosofía en evolución por parte de Shinkai, así como una mayor destreza en su utilización de recursos narrativos que le permiten dejar impresiones mucho más poderosas en sus espectadores.
En todo ello hay un componente folklórico importante que se puede asociar, por una parte, a los Torii o pórticos de entrada característicos del arte arquitectónico japonés que marcan la línea divisoria entre lo profano y lo sagrado y que se mantienen en pie frente a los fenómenos más salvajes que sacuden a la isla: desde tifones hasta los ya nombrados temblores de tierra y embates del mar.
Son, por tanto, símbolo de protección, pero también de resiliencia y, en este caso, de acceso no solo a una dimensión en la que moran dioses y espíritus, sino también al pasado. Ya sabemos cuánto le gusta a Shinkai esos juegos con el tiempo y con las identidades: aquí lo explota de una forma muy emocionante.
Lo bueno es que en Suzume no renuncia tampoco al sentido del humor ni al de la aventura, introduciendo también seres mágicos, mucha acción y una galería de personajes que permiten retratar distintos ángulos de la vida de las personas a lo largo y ancho del país.
En resumidas cuentas: los amantes del anime no pueden perder la oportunidad de ver esta joyita en pantalla porque es tremendamente disfrutable y además nos permite gozar de una pieza de animación de una calidad sublime.
La recreación de las texturas, los fondos hiperrealistas, la iluminación de las escenas y la plasmación de la naturaleza, desde las briznas de hierba a contraluz en planos subjetivos hasta la progresión de las nubes y la luz en un día entero mediante falsa intervalometría son tremendamente inmersivos y dignos de que nos quitemos el sombrero.
Shinkai lleva al anime el lenguaje audiovisual del cine en acción real y nos deleita con una batería de imágenes de una hermosura colosal, dejando claro el profundo mensaje final en el que el único que puede salvarse a sí mismo, eres tú mismo.