El 10 de junio de 1820 dejó de funcionar para siempre la inquisición en México, también llamada “Tribunal del Santo Oficio”. Analicemos algunos datos interesantes de la inquisición.
No era para los indígenas: El Tribunal del Santo Oficio se estableció formalmente en la Nueva España en 1571, es importante resaltar que los indígenas no eran juzgados. Felipe II decretó que ningún indígena sería sujeto a este proceso inquisitorial, pues recién habían sido evangelizados o estaban en proceso. Si cometían alguna falta, eran destinados a servir a alguna iglesia por un tiempo o se les daban azotes. Los españoles, criollos, mestizos y castas, sí eran sometidos a juicio.
¿Qué castigaba?: Los delitos considerados por la Santa Inquisición eran la herejía, la idolatría, la solicitación (sacerdotes solicitando actos deshonestos a personas durante la confesión), magia y hechicería, bigamia y blasfemia, entre otros.
Castigos para los herejes: Las penas menores, y en la mayoría de los casos, era la vergüenza pública. Se les hacía portar el sambenito para arrepentirse por sus faltas. Este era una especie de saco, amarillo o rojo, que cubría al acusado por el frente o por detrás. Había tres modalidades, dependiendo de la sentencia: “Samarra”, tenía pintados dragones, diablos, fuego y al acusado ardiendo entre ellos, era para los destinados a morir en la hoguera (máxima pena); el “Fuego revolto”, para los que mostraban arrepentimiento, las llamas del fuego se pintaban en sentido inverso; y “Sambenito”, el más común, con cruces, rosarios y velas (este nombre se hizo común para todos los sacos).
No fue una masacre: Durante los tres siglos de la colonia, únicamente 300 personas fueron juzgadas y de ellas, 43 fueron condenadas a morir en la hoguera. En todo el siglo XVI, fueron 17; en el siglo XVII, 25 condenados y únicamente una persona en el siglo XVIII. El siglo XIX quedó exento de enjuiciados pues fue suprimida en 1820.
Trabajo en conjunto: En este tiempo, la Iglesia y el Estado tenían un estrecho lazo. El Tribunal no llevaba a cabo la ejecución de la sentencia, pues la Iglesia católica no podía cometer asesinatos. La autoridad civil era la encargada de ejecutar las condenas para los pecadores.
Los cizañosos: El Santo Oficio tenía su red de informantes, era denominados “familiares”. Tener este cargo era un gran honor y personas de cualquier estrato social podían ocuparlo, aunque la gente popular debía comprobar su “limpieza de sangre”.
Estas personas permanecían en el anonimato y se mezclaban entre la sociedad para identificar a los infractores.
“Delincuentes del papel”. El índice de Libros Prohibidos (Index Librorum Prohibitorum et Expurgatorum) fue creado en 1559 y existían tres categorías: los prohibidos absolutamente “aún para los que tienen licencia para leer libros prohibidos”; los prohibidos in totum (todo el libro) y finalmente, los mandados expurgar, es decir, aquellos de los que sólo se censuraban palabras o párrafos, ya sea mediante tachones o pegando hojas blancas encima de las páginas censuradas. Algunos libros prohibidos de la inmensa lista, eran Cervantes, Voltaire, Erasmo de Rotterdam, Diderot, Rousseau e incluso se llegó a vetar el Antiguo Testamento, por sus ideas de incesto, adulterio o asesinato. Eran “los delincuentes del papel”, como los llama el investigador José Abel Ramos.
Fin de la Inquisición: El Tribunal del Santo Oficio quedó formalmente abolido el 31 de mayo de 1820, pero el decreto llegó a la Nueva España, el 10 de junio. Ese día se liberaron 39 presos, muchos de ellos, que ya no tenían familia ni lugar a donde ir, fueron apoyados por el virrey de Apodaca, quien les dio algunas monedas apiadándose de ellos.
¿Inquisición mexicana? Aquel día, la gente no festejó el fin de los castigos por actos cometido en contra de la fe, al contrario, se lamentaron porque ya no tendrían quien protegiera a la religión católica de los blasfemos e impíos. Los feligreses quisieron crear una Inquisición mexicana que siguiera los pasos de la anterior, pero no se concretó.
El recinto en la actualidad: El Tribunal del Santo Oficio de la Inquisición fue construido desde el siglo XVI y fue reconstruido con un estilo barroco en 1736.
Al suprimirse el Santo Oficio en 1820, después de usos diversos, se destinó a la Escuela de Medicina de la Universidad. Actualmente alberga al Museo de la Medicina Mexicana, al Departamento de Historia y Filosofía de la Facultad de Medicina de la UNAM, a su Archivo Histórico y a la Biblioteca Dr. Nicolás León.