La compra de Twitter, por Elon Musk que pasó de un accionista pasivo a ser dueño de esa empresa tecnológica, primero adquirió el 9.2% de las acciones, cuya valuación, cuando lo anuncio se incrementó de 2.89 mmdd a 3.7 mmdd, posteriormente hizo la oferta de 44 mdd, para convertirse en el principal accionista; la empresa reaccionó con la fórmula conocida como poison pill (píldora envenenada) prevista en su normatividad, para evitar el control accionario absoluto.
Fueron 44 mmdd de inversión para apoderarse de Twitter, de lo cuales, según Umar Haque, 27 mmdd fueron de los recursos propios de Musk, la diferencia fue financiada por naciones como Qatar, Arabia Saudita, y los bancos JP Morgan, Bank of América, BNP Paribas y Société Générale.
Operación, que fue considerada, por Jack Dorsey, fundador de Twitter, como atípica, si no es que fuera de Ley, puesto que para el otorgamiento del financiamiento no se requirió ningún documento, que respaldara la solicitud de los recursos, bueno ni siquiera un plan de negocios.
La humanidad vive una especie de big bang, donde convergen lo económico, lo tecnológico, lo social, lo político, las enfermedades pandémicas y los efectos del cambio climático; mientras las crisis alimentaria, energética y escasez de recursos como el agua, han llegado a un punto de confluencia planteando desastres descomunales nunca vistos.
La economía global está en tránsito, atravesada por una digitalización sin control ni regulación, que obliga un replanteamiento de la tectónica estructural de nuestras sociedades, frente al vertiginoso escalamiento de los flujos de información, expresados en servicios y datos, donde las cadenas de valor se están volviendo más intensivas en conocimiento.
Los flujos financieros, para apoyar a las naciones más vulnerables ante los efectos del cambio climático, a los que se comprometieron la naciones desarrolladas, en la reunión de la COP 21, en París Francia el 12 de diciembre de 2015, no los han cumplido, ha, pero eso sí, hay flujos financieros para armas en conflictos como los de Ucrania-Rusia y sobre todo para la Compra de una transnacional tecnológica que tiene como propósito una cultura del engaño distorsionando el concepto de “libertad de expresión” al que se comprometió Elon Musk al apropiarse de Twitter.
El efecto inmediato al concretarse la operación de compra de Twitter, fueron las esperanzas de los políticos de la extrema derecha, que fueron expulsados anteriormente de Twitter, para regresar y continuar con sus discursos de odio.
Surge la pregunta ¿qué es libertad desde la perspectiva de una corporación trasnacional? ¿Hay entendimiento de la diversidad cultural de los pueblos? ¿De sus costumbres y valores tradicionales? ¿Qué no es libertad? ¿Y los derechos humanos universales? ¿Y los objetivos del desarrollo sustentable?
La libertad desde la perspectiva de la extrema derecha, no es libertad de expresión en absoluto, sino el odio racial, es la cultura del abuso por parte de los que se sienten superiores, como la supremacía blanca, es la libertad de intimidar, de acosar, de humillar, de aplicar los procesos jurídicos al mejor postor, la inocencia para quien pueda pagar a los jueces lo que pidan, como en el caso de México.
El que un multimillonario como Elon Musk se otorgue él mismo, la facultad de dar libertad de expresión a cualquiera, implica que nadie la tiene, solo lo que determine su voluntad, vaya aberración y ¿las leyes que emitan las legislaciones de las naciones, serán letra muerta?. Los crímenes que se registran en los EU contra migrantes, mujeres, homosexuales, son consecuencia de la transformación del odio en homicidios.
Musk adquirió Twitter por razones políticas, de extrema derecha, con el objetivo, no de favorecer la libertad, sino de controlar espacios públicos a través de la virtualidad, y con ello controlar las relaciones y por ende la existencia social.
El internet es superior a cualquier tecnología de comunicación que haya existido, su alcance es mayor a los usuarios activos, que en el caso Twitter son más de 500 millones, por lo que Twitter, en cuanto plataforma tecnológica, puede escalar exponencialmente y también sus impactos en la sociedad, los cuales si no se regulan pueden ser desastrosos.