El 28 de septiembre de 1821 en el hasta un día antes palacio virreinal el secretario de la “Suprema Junta Provisional Gubernamental” Juan José Espinoza Montero redacto lo que sería el acta de independencia.
El nuevo imperio mexicano se alzaba a la sazón de un nuevo día y necesitaba una carta legal en la que quedara expuesto su supremo derecho de ser libre y emancipado de todo vasallaje en ultramar, el texto que con orgullo fue redactado fue un acta patente por lo que mucho se combatió y reza así:
“Acta de independencia del Imperio Mexicano, pronunciada por la Junta Soberana congregada en la Capital el 28 de septiembre de 1821.
La Nación Mexicana que, por trescientos años, ni ha tenido voluntad propia, ni libre uso de la voz, sale hoy de la opresión en que ha vivido.
Los heroicos esfuerzos de sus hijos han sido coronados, y está consumada la empresa, eternamente memorable, que un genio, superior a toda admiración y elogio, por el amor y gloria de su Patria, principió en Iguala, prosiguió y llevó al cabo, arrollando obstáculos casi insuperables.
Restituida, pues, esta parte del Septentrión al exercicio de cuantos derechos le concedió el Autor de la Naturaleza y reconocen por inenagenables y sagrados las naciones cultas de la tierra; en libertad de constituirse del modo que más convenga a su felicidad; y con representantes que puedan manifestar su voluntad y sus designios; comienza a hacer uso de tan preciosos dones, y declara solemnemente, por medio de la Junta Suprema del Imperio, que es Nación Soberana, e independiente de la antigua España, con quien, en lo sucesivo, no mantendrá otra unión que la de una amistad estrecha, en los términos que prescribieren los tratados; que entablará relaciones amistosas con las demás potencias y cuantos actos pueden y están en posesión de permitir las otras naciones soberanas: que va a constituirse, con arreglo a las bases que en el Plan de Iguala y Tratado de Córdoba, estableció, sabiamente, el Primer Jefe del Ejército Imperial de las Tres Garantías; y en fin que sostendrá, a todo trance, y con sacrificio de los haberes y vidas de sus individuos, (si fuere necesario) esta solemne declaración, hecha en la capital del Imperio a veinte y ocho de septiembre del año de mil ochocientos veinte y uno, primero de la Independencia Mexicana”.
En estas palabras se confirmaba el anhelo de alcanzar la libertad de la hegemonía española, firmada por los 38 miembros de la Junta, en la que curiosamente no figura ninguno de los viejos insurgente:
Agustín de Iturbide, Antonio Obispo de Puebla, Lugar de la firma de Juan O’Donojú, Manuel de la Bárcena, Matías Monteagudo, José Yáñez, Licenciado Juan Francisco Azcárate, Juan José Espinosa de los Monteros, José María Fagoaga, José Miguel Guridi y Alcocer, Miguel Gerónimo de Cervantes y Velasco El Marqués de Salvatierra, Manuel María Martin de Heras El Conde de Casa de Heras y Soto, Juan Bautista Lobo, Francisco Manuel Sánchez de Tagle, Antonio de Gama y Córdoba, José Manuel Sartorio, Manuel Velázquez de León, Manuel Montes Argüelles, Manuel de la Sota Riva, El Marqués de San Juan de Rayas, José Ignacio García Illueca, José María de Bustamante, José María de Cervantes y Velasco, Juan Cervantes y Padilla, José Manuel Velázquez de la Cadena, Juan de Horbegoso, Nicolás Campero, El Conde de Jala y de Regla, José María Echevers y Valdivieso, Manuel Martínez Mancilla, Juan Bautista Raz y Guzmán, José María de Jáuregui, José Rafael Suárez Pereda, Anastasio Bustamante, Isidro Ignacio de Icaza, Juan José Espinosa de los Monteros – Vocal Srio.
Tres de ellos no figuran sus firmas en el acta de independencia por encontrase enfermos, el ultimo virrey Don Juan de O’Donojú no firmo solo aparece su nombre y moriría en octubre del mismo año a causa de una pleuresía, de estos 35 firmantes solo dos figurarían en la historia nacional y conseguirían gobernar a México uno como emperador (Agustín de Iturbide) y otro como presidente de México (Anastasio Bustamante), curiosamente seria Bustamante quien se encargaría de cobrarle la factura a Guerrero fusilándolo como el en su gobierno fusilo a su entrañable amigo el emperador.
Del acta de independencia se hicieron dos juegos de los cuales uno se expuso en la cámara de diputados, hasta que el incendio de 1909, destruyo el recinto y con muchos documentos se consumió la copia que en ella se guardaba.
Del otro juego de copias fue entregado a la primera regencia imperial y se expuso en el palacio nacional hasta el año de 1830, en esa fecha fue robada por un trabajador y vendida a un español, Lucas Alamán como canciller de México en España intento infructuosamente recuperarla y hasta ofreció una suma alta de dinero, pero no obtuvo solución a su exigencia. Fue recuperada por Maximiliano I de México y guardada en su biblioteca en los años en que fue emperador del país, pero tras su fusilamiento fue sacada por su confesor Agustín Fisher, tiempo después el acta apareció en la biblioteca del anticuario español o Gabriel Sánchez. También se desconoce como la obtuvo, pero es un hecho que la parte trasera del acta tiene el sello de la biblioteca del anticuario español.
Sánchez vendió el documento al historiador mexicano Joaquín García Icazbalceta, quien la conservó y la heredó a su hijo Luis García Pimentel. Florencio Gavito Bustillo, vivió en Francia y allá fue contactado por Luis García Pimentel, quien le ofreció venderle el Acta de Independencia. Tras comprarle el Acta por 10 mil pesos, regresó a México con la intención de entregar el acta él mismo al gobierno mexicano, pero falleció de leucemia en 1958. Gavito dejó expresado en su testamento el deseo que el Acta fuera entregada al presidente de la República.
Antes de entregar el acta se mandaron a hacer los dictámenes de autenticidad, en los cuales la familia Gavito colaboró con la nota de compra-venta. Los dictámenes estuvieron listos el 14 de noviembre de 1961. La ceremonia de entrega del Acta de Independencia se realizó el 21 de noviembre del mismo año. Florencio Gavito Jáuregui entregó de propia mano el Acta al presidente Adolfo López Mateos en la que estuvieron presentes además el Secretario de Gobernación, Gustavo Díaz Ordaz y Jaime Torres Bodet, Secretario de Educación Pública.
El acta fue puesta en exposición por un tiempo en el Castillo de Chapultepec y después fue retirada y enviada al Archivo General de la Nación.
En 2008, comenzaron los trabajos de restauración del acta y fue expuesta durante un mes en el Palacio de Lecumberri. En 2010 fue puesta en exposición en Palacio Nacional en el marco de la celebración del bicentenario del inicio de la independencia de México.
El Instituto Nacional de Antropología e Historia se mostró preocupado por la exposición del acta y recomendó no exponerla más tiempo debido a que no se contaba con un sistema especial para ella.
El Acta está protegida actualmente dentro de dos guardas elaboradas con materiales libres de ácido, en la bóveda de seguridad del Archivo General de la Nación, espacio que cuenta con monitoreo climático.
Expertos de la Universidad Nacional Autónoma de México trabajan en un sistema de preservación y exhibición de documentos históricos, con el fin de exponer permanentemente el Acta en un futuro cercano.