No hay evidencia documentada sólida para afirmar que el cannabis se cultivó en el continente americano previo a la llegada de los españoles en el siglo XVI. Toda afirmación en contrario peca de folclórica y poco documentada.
Los españoles trajeron consigo el cannabis, lo llamaban cáñamo y lo cultivaban para obtener fibra textil de su tallo. No conocían –o no les interesaban- sus propiedades.
Diversos autores, de manera casi unánime y probablemente errónea, consideran que Pedro Cuadrado (uno de los conquistadores que conformaban la expedición de Pánfilo de Narváez) fue el primero en cultivar esa planta. Existe certeza de que, en algún punto de 1537, estando en Ciudad de México, Cuadrado conocía ya el oficio del cultivo del cáñamo; sin embargo, pudo haber sido Hernán Cortés, o bien fray Juan de Zumárraga o Sebastián Ramírez de Fuen Leal quienes impulsaron este cultivo. Más allá de quién fue el primero en cultivar el cannabis en el actual territorio mexicano, resalta el hecho de que durante largo periodo (siglos XVI- XVIII) esta planta se cultivó con el nombre de cáñamo y no fue objeto de ningún tipo de prohibición.
Prácticamente, los trescientos años que duró el virreinato de la Nueva España no hubo problema alguno con la cannabis; será hasta 1838 fundada la Academia de Farmacia, cuyo principal objetivo fue elaborar la primera Farmacopea mexicana, publicada en 1846.
Esta fue la culminación de varios esfuerzos que buscaron mapear el patrimonio botánico de la joven nación mexicana. Poco después del registro de la Farmacopea mexicana y tras las investigaciones de Leonardo Oliva, su alumno Crescencio García publicó en 1859 la obra Fragmento para la materia médica mexicana, donde se evidencia que el término marihuana –ya no se le conocerá como cáñamo- se había popularizado.
El uso de la palabra marihuana, en el contexto de la emergente nación mexicana, demuestra que la planta gozaba de popularidad entre la población y que ya se había arraigado en las costumbres, tradiciones y usos cotidianos.
Existen varias opiniones con respecto a su nombre, mariguana o marijuana aparecen en varias fuentes documentadas; en las Lecciones de farmacología de 1853, uno de los registros más antiguos donde se utilizó esta palabra fue con el médico Leonardo Oliva que especulaba sobre su origen y significado.
Oliva argumenta que marihuana era sinónimo de “Rosa María” una denominación dada por los indígenas durante el virreinato al cannabis para así ocultar una planta con propiedades psicoactivas incorporadas al uso de la herbolaria y que por eso podía ser objeto de castigo inquisitorial.
“Mari” pudo ser la abreviación estándar de María, y en alguna lengua indígena distinta al náhuatl el vocablo “guana” debió haber tenido relación con el nombre propio: Rosa. La primera prohibición de la marihuana en el México independiente data de 1869 cuando se menciona que por órdenes del gobernador del Distrito Federal (CDMX) se hace “público que queda prohibida la venta de la yerba nombrada marihuana” y se advierte que en consecuencia a “la persona que contravenga lo dispuesto, se le aplicará la pena de un mes de prisión”.
La siguiente prohibición data de 1871 en un bando del ayuntamiento de Guanajuato que estipula: “los graves males que causa el uso de la yerba vulgarmente llamada marihuana y teniendo en cuenta la obligación que se ha impuesto de velar por el bien público se prohíbe la venta de marihuana a no ser en las boticas, donde no se despachará, sino con receta de médico a cuyo título haya dado el mismo Ayuntamiento”.
Durante el periodo revolucionario varias son las referencias que muestran el consumo de la marihuana, desde novelas revolucionarias como “La llaga” de Federico Gamboa, “Los de abajo” de Mariano Azuela, pasando también por corridos revolucionarios como aquel que se coreaba: “la cucaraaaacha, la cucaraaaaacha, ya no puede caminar, porque le falta, porque le falta marihuana que fumar” haciendo alusión al traidor Victoriano Huerta en claro sentido de desprestigio, pero también con cierto dejo de verdad, ya que son conocidas sus aficiones a los vicios, decían sus contemporáneos que su “cerebro se encontraba entenebrecido por el alcohol” y que diariamente bebía una botella de coñac él solo sin compartir ni un solo trago. Al parecer fumar marihuana tampoco faltaba en sus hábitos peculiares.
También hubo otros personajes de la historia nacional que no aceptaron el consumo de la marihuana como habito mexicano ancestral, es el caso de Venustiano Carranza que de manera explícita sentó la bases para su prohibición, ya que, bajo su óptica, “el consumo de la planta cannabis es un vicio que degenera a la raza mexicana”.
¿Y tú qué opinas?…