¿Los procesos tecnológicos han moldeado a la sociedad actual? O ¿la sociedad ha ido perdiendo su sentido humano, por un sinsentido tecnológico?
En la medida que los desarrollos científicos-tecnológicos se han ido ampliando, han venido impactando a todas las actividades humanas, al grado que ha surgido una nueva caracterización de marginalidad, es la marginalidad tecnológica, aquellos que se han estado rezagando ante los desarrollos tecnológicos.
Estar ajenos de los usos y aplicaciones tecnológicas, deriva en un aislamiento social, por la pérdida de las competencias laborales-tecnológicas, así como de la productividad y competitividad en los mercados, con el consecuente incremento en la desigualdad.
¿La esencia humana se ha modificado? Según Estefanía Grijota (Estefania , 2019) los avances en la era digital nos conducen hacia nuevas interfaces cerebro-máquina, que podrían modificar nuestras habilidades; es bien sabido que la mutación en todos los seres biológicos es una condición de vida, el cerebro humano no es la excepción; desde los homínidos, los cerebros han venido mutando, adaptándose a las condiciones impuestas por los cambios del entorno físico y social.
En esta fase tecnológica de la humanidad, los individuos ha adoptado un carácter dual, tanto de forma online como offline, más que juntos conectados, sobre todo a través de las redes sociales, donde la hiper-conectividad, se erige en el espacio interactivo de la sociedad actual (Javier , 2013). En el centro de la sociedad global está la vida del individuo conectado.
Para Rainie y Wellman (Lee & Barry , 2012, págs. 1-108) vivimos una revolución triple: la interconección a través de redes, la segunda es el internet en sus múltiples plataformas, y la tercera es el uso de los dispositivos móviles, facilitando el acceso a la conectividad, en cualquier momento y desde cualquier lugar.
Las tecnologías de información y comunicación (TICs), pueden propiciar el aprendizaje, como la construcción y trasmisión de conocimientos, dando forma a un ecosistema de interacción social. La sociabilidad humana se ha expandido, pero ¿acaso nos acerca? ¿Acaso fortalece el sentido humano?
Todo ser humano necesita una identidad, la cual está en las coordenadas del tiempo y del espacio (Joe , 2017), la identidad es diversa y compleja, como la identidad inconsciente, que se refiere al organismo humano, funciona de forma autónoma; está la identidad subjetiva, es la que el individuo cree que es, puede apegarse o no a la realidad; la identidad de lo que perciben los demás de un individuo, y la otra identidad es lo que el individuo anhela en transformarse.
Todas la identidades pueden ser divergentes o convergentes, dado que están en función de la propia transformación del individuo, que ha logrado en sus procesos de aprendizaje ya sea académico o de su ecosistema social donde vive. Todas las identidades se relacionan de forma diversa y multidimensional con su entorno físico y social.
El paradigma tecnológico que estamos viviendo es omnipresente, está en los ambientes laborales, sociales, familiares, políticos, en la paz y en la guerra, sin faltar la criminalidad; sus manifestaciones son múltiples, como las tecnologías de información, las de digitalización, la biotecnología, la automatización vía machine learning y el deep learning, y la Inteligencia Artificial Generativa (IAG), con sus ChatGPT; todas las tecnologías están en un constante y acelerado desarrollo, gracias al escalamiento de los proceso de investigación sin límite.
Estamos viviendo un mundo donde lo virtual y lo real se están fusionando, la tendencia es que va a predominar lo virtual con los metaversos que se formen, con la web 3.0, que es el internet de los mundos virtuales.
Si bien nuestra identidad es el elemento clave de nuestra vida, los riesgos son constantes e incrementales para afectarla, sin dejar de considerar que la tecnología facilita crear y utilizar diversas identidades, como los avatar, llegando a la identidad tecnológica, es cuando la sociedad puede perderse por las múltiples identidades creadas en este paradigma tecnológico, al grado que se puede llegar a no saber realmente quienes somos, como individuos y como sociedad.
El trastrocamiento de los valores sociales, iría en detrimento de los derechos humanos, si los perdemos, perderíamos nuestra condición humana. Una gobernanza tecnológica global es imprescindible e impostergable.