Murió la última diva del Cine Mexicano. Silvia Pinal deja un gran legado en su trayectoria artística y entre los momentos destacados de su vida resalta cuando el muralista guanajuatense Diego Rivera la pintó un cuadro, una obra que hoy vale millones de pesos.
Silvia Pinal fue una mujer icónica, madre, artista, política y activista, con lo que se convirtió en un referente de la época de oro del cine mexicano y quedó grabada en la cultura. La belleza de Pinal hipnotizó a cientos de artistas, y hoy, tras su fallecimiento, ese retrato tiene un precio millonario.
La televisión mexicana no habría sido lo mismo sin Mujer, Casos de la Vida Real, el programa presentado y producido por Silvia Pinal durante más de dos décadas que impactó a los televidentes por las historias basadas en las experiencias de la audiencia. Aquellos episodios llegaron a Latinoamérica a través de diversos canales, pero más allá de la trama de cada capítulo, llamaba la atención el set en el que Silvia aparecía al principio y final de la emisión, pues detrás de ella se lograba ver la espectacular pintura que Diego Rivera había hecho con Silvia como modelo, y que hoy, por sí misma, es un ícono de la cultura pop.
Si, Diego Rivera pintó a Silvia Pinal. Y por todos es conocido dicho retrato. Si no lo hemos visto en alguna revista de espectáculos o en algún libro de arte mexicano, lo hemos mirado a través del televisor. Apareció incontables veces como telón de fondo del icónico programa Mujer, casos de la vida real, donde la primera actriz era la presentadora. Con el fallecimiento de la que fuera uno de los íconos del cine mexicano (sobre todo de su época de oro), es momento de recordar aquel memorable evento.
Para el año de 1956, cuando Diego Rivera pintó a Silvia Pinal, ambos ya eran personajes consagrados en sus respectivas disciplinas. Él ya contaba con el histórico conjunto de obras que lo consagró como uno de los grandes maestros del muralismo y la pintura mexicana. Ella ya había triunfado en taquillas con diversos papeles en reconocidas películas como El rey del barrio (1950), Un rincón cerca del cielo (1952) y El inocente (1956).
La idea de que la actriz fuese retratada por el muralista, surgió del arquitecto Meni Rosen, responsable de construir su famosa mansión en los Jardines del Pedregal. En pleno proyecto, Rosen le comentó a Pinal que no le vendría mal a la lujosa casa, una pintura hecha por Rivera.
Es así que la primera actriz acudió a la casa estudio de Diego Rivera, ubicada en AltaVista número 76 en la colonia San Ángel. Silvia Pinal le propuso hacer el retrato, idea que el pintor aceptó encantado de forma inmediata.
Diego Rivera tenía fama de ser mujeriego y ser bastante directo. Y no tardó en hacer gala de ello, ya que le sugirió a Pinal que su retrato fuera al desnudo. La actriz se negó de forma rotunda, y le comentó que prefería modelar con el vestido del diseñador Tao Itzo. Tenía pensado que el cuadro fuese exhibido en la sala de su mansión, por lo que la pieza sería vista por sus visitas.
El muralista sugirió entonces que posara sentada, pero ella prefirió hacerlo de pie. Tal decisión haría que la actriz se arrepintiera con el pasar de los días, pues las jornadas de trabajo eran muy cansadas y siempre terminaba con un agudo dolor de piernas.
Tras tres meses de trabajo, en noviembre de 1956, finalmente Diego Rivera le entregó la famosa pintura a Silvia Pinal. La diva estaba preocupada por lo que tendría que pagar por el cuadro, ya que había tenido enormes gastos en la construcción de su ostentosa casa. Sin embargo, para su fortuna, el famoso pintor no quiso cobrarle, y se lo dio como un obsequio.
El retrato de Silvia Pinal es un portento del estilo postimpresionista que Diego Rivera usaba en aquellos días. Por otro lado, prácticamente todos los mexicanos lo vieron cuando sintonizaban en sus televisores Mujer, casos de la vida real, el cual era conducido por la primera actriz. Con su fallecimiento, muchos se han preguntado sobre su destino. Afortunadamente, Pinal estipuló desde el año 2013, que éste fuese donado en comodato al Museo Estudio Diego Rivera, el sitio donde se pintó. La obra está valuada actualmente en 3 millones de dólares.