El mes de febrero en la historia nacional es un mes de traición y vileza por excelencia. El golpe de estado contra el gobierno de Francisco I. Madero conocido como la decena trágica llegó a su consumación con su asesinato, llevado a cabo en la parte trasera de la penitenciaria de Lecumberri (hoy archivo general de la nación).
- En 10 días de combates, el gobierno maderista no pudo sacar a los poco más de 400 rebeldes que se habían atrincherado en la Ciudadela. En 1871, frente a una intentona golpista similar, al gobierno juarista no le tembló la mano para acabar con los rebeldes a punta de cañonazos en tan sólo unas horas.
- La noche del 17 de febrero de 1913, Gustavo Madero aprehendió a Huerta tras haber descubierto que negociaba con los rebeldes y lo llevó personalmente ante el presidente. Madero decidió darle 24 horas para que demostrara su lealtad y lo liberó. En ese lapso, Huerta consumó la traición.
- El general Aureliano Blanquet aprehendió personalmente a Madero el 18 de febrero de 1913; pesaba sobre él la versión de que en su juventud, se había encargado de darle el tiro de gracia al emperador Maximiliano.
- El 19 de febrero de 1913, cuando Madero y Pino Suárez firmaron sus renuncias a la presidencia y vicepresidencia del país, respectivamente, desconocían que las fuerzas de Félix Díaz, habían asesinado brutalmente a Gustavo Madero durante la madrugada de ese día, de otro modo no habrían renunciado.
- La noche del crimen, 22 de febrero de 1913, Madero fue conducido hacia la penitenciaría en un automóvil marca Protos, mientras que Pino Suárez subió a un Peerles. La tarde del 22 de febrero, Alberto Morphy, simpatizante de Félix Díaz, puso a disposición de Cecilio Ocón –otro de los protagonistas de la Decena Trágica y de la caída de Madero– un automóvil de su propiedad, marca Protos Washington, número 931, motor P.E.S Gewgwittehk 105, Landalet, cuatro cilindros con 18 21 H.P. caballos de fuerza.
El Protos era uno de los mejores automóviles del momento. Lo anunciaban como el “gran vencedor en la carrera México-Puebla de 1911” e incluso el auto presidencial era de esa marca.
El otro vehículo utilizado en la fatídica noche del 22 de febrero, era marca Peerles con número de motor 661, carrocería abierta y siete asientos. Pertenecía al negocio de alquiler de autos del inglés Frank Doughty, ubicado en el número 6 del callejón de López. El coche tenía el número 2,263 y fue arrendado por instrucciones de Ignacio de la Torre y Mier, yerno de Porfirio Díaz.
- Luego de perpetrar el crimen contra Madero y Pino Suárez, los asesinos enterraron los cuerpos dentro de la penitenciaría de Lecumberri, pero Huerta estalló en furia; ordenó exhumarlos y llevarlos al anfiteatro, ya que la versión oficial sería que habían muerto al tratar de ser rescatados por un grupo de maderistas.
- La familia de Madero tuvo que vender el caballo del expresidente, llamado “Destinado”, porque la agencia Gayosso exigía que se cubrieran los gastos funerarios antes de prestar el servicio.
- Un mes después del asesinato de Madero, en marzo de 1913, al acercarse la semana santa, corrió el rumor de que el domingo de Resurrección, el extinto expresidente se levantaría de entre los muertos. Huerta mandó rodear el panteón Francés ese día.
- En marzo de 1913, en una sesión espiritista presidida por la médium Josefina O’Brien, según la minuta que guarda el Centro de Estudios de Historia de México Carso, se presentó el espíritu de Sor Juana para dictar el poema “Al hermano Francisco I. Madero”.
- Los hombres que acabaron con el régimen y vida de Madero, terminaron sus días de la siguiente forma: Victoriano Huerta murió de cirrosis hepática (1916); Aureliano Blanquet se desbarrancó y su cadáver fue decapitado por los carrancistas (1919). Manuel Mondragón murió de tuberculosis estomacal (1922). Francisco Cárdenas, asesino material de Madero, se suicidó. Félix Díaz murió en cama (1945). Ignacio de la Torre y Mier falleció de un desgarramiento de colon por sus múltiples encuentros sodomitas, recordemos que era homosexual y participo en lo que popularmente se conoce como “el baile de los 41” (1918)