Es acertada la observación del presidente Andrés Manuel López Obrador cuando, en respuesta a los gritos republicanos injerencistas de Estados Unidos, afirma que México no está metiéndose en esa nación para ver qué bandas distribuyen el fentanilo en su territorio, por lo que no permitirá ninguna injerencia en los asuntos internos mexicanos.
Curioso que han pasado 107 años desde que “Francisco Villa” atacara Columbus, Nuevo México. Y desde esa incursión México se ha mantenido al margen de cruzar la frontera, al menos militarmente. La independencia de las naciones y el derecho de autodeterminación de los pueblos es y será una máxima perenne en nuestro país.
¿Qué hizo “Pancho Villa” para dejar asentado un estigma tan singular en E.E.U.U.? Analicemos:
El 09 de marzo de 1916 Francisco Villa y sus tropas, virtualmente derrotadas por las fuerzas constitucionalistas en todos los frentes de la República Mexicana tomaron una decisión aventurada: atacar un destacamento estadounidense en Columbus.
Probablemente animado por un visceral enojo después de que la diplomacia de Estados Unidos reconoció al gobierno de Venustiano Carranza, por un ímpetu de reivindicación histórica, o por el congelamiento de una cuenta bancaria en aquel lugar, Villa reunió en Chihuahua a más de 400 hombres dispuestos a seguirle en su aventura militar; en pocos días planeó su arremetida y dirigió a sus tropas a Columbus la madrugada del 8 de marzo, donde dirigió un ataque a la plaza principal con pillaje, incendios, balacera y un asalto bancario que arrojó un jugoso botín en efectivo.
En pocos días el presidente Thomas Woodrow Wilson expresó su indignación ante los hechos y ejerció presión hacia México con la exigencia de que el gobierno carrancista debía garantizar la seguridad, vidas y bienes de los extranjeros en sus tierras. Implícitamente, estaba presente la posibilidad de que se fraguase una intervención armada, y el gabinete carrancista tomó la decisión de reforzar la seguridad de la frontera; fue un momento de gran tensión, y la relación diplomática entre ambos países vivió uno de los episodios más complicados de la historia.
El ejército estadounidense, mientras tanto, alistó inicialmente a unos 5,000 soldados que ingresarían al país con la misión de aprehender a Villa en un momento en que, además, más de 100 soldados carrancistas andaban tras la cabeza del caudillo. Comandada por el general John J. Pershing -alias “Black Jack”-, las tropas estadounidenses se adentraron en el desierto mexicano sin autorización el 15 de marzo en un despliegue militar con caballería, infantería, artillería de montaña, servicios de transmisiones, de zapadores, de intendencia, de inteligencia y de sanidad militar. La inusitada cantidad de tecnología bélica que fue utilizada por el destacamento estadounidense ha sido considerada como un exceso, explicable sólo en razón de la necesidad de realizar pruebas militares de máquinas y armamento. También la cantidad de soldados en servicio fue muy grande: el número pasó de 5,000 a unos 12,000 hombres.
El gobierno carrancista intentó infructuosamente negociar con la diplomacia de Estados Unidos con el fin de evitar la guerra; con tal motivo el Primer Jefe Venustiano Carranza se reunió con el general Hugh L. Scott, pero no se logró fijar un acuerdo sobre la retirada de las tropas del territorio mexicano. En septiembre de 1916 se volvió a negociar, pero los gringos no cedieron, por lo que Carranza decidió retirar al embajador mexicano en Washington.
La expedición contra Villa duró un total de once meses, en los cuales los soldados avanzaron por el desierto con grandes dificultades tanto por el clima como por la resistencia de los habitantes de los pueblos por los que transitaban, que veían en la presencia estadounidense una intromisión a sus tierras. Además, los soldados gringos no dudaban en robar agua, alimento, ganado e incluso asesinar sin razón a los pobladores, por lo que su presencia era totalmente indeseable. Mientras Villa permanecía escondido, los pobladores hacían su parte oponiendo una resistencia velada pero persistente contra los militares. En enero de 1917, tras vislumbrar la imposibilidad de capturar a Villa en un terreno que era ajeno, hostil y desconocido, Pershing retiró sus tropas dando fin a la fallida misión.
Probablemente, la invasión a Columbus selló el mito que surgió sobre la figura del caudillo, y la imagen que se construyó de un Villa valiente, arrojado, enamorado, impulsivo y con méritos reivindicadores hacia una especie de justicia histórica, se consolidó con este episodio en el cual miles de soldados estadounidenses fracasaron en un intento inusitado por atraparlo.
Hasta el día de hoy “Francisco Villa” es y seguirá siendo un personaje que dejó en ridículo a nuestros vecinos del norte recordándoles que con México no se juega.
¿Tú lo crees?… demostrémosles a los norteamericanos que es así.