Los ciclos marcan el ritmo de la historia. Del mismo modo que las crisis dan paso a años de bonanza, y estos a nuevos momentos críticos, la lengua y sus objetos también atraviesan ciclos. Los proverbios, por ejemplo, han conocido una serie de ciclos donde la ola ha crecido, menguado, caído y vuelto a crecer. Con el análisis de un refrán en concreto, “A río revuelto, ganancia de pescadores”.
En la Europa medieval, los refranes desempeñaban un papel importante en la sociedad, empezando por las escuelas, donde eran aprovechados por su valor didáctico. Además, eran muy empleados en la literatura. El Conde Lucanor (1335), El Libro del Buen Amor (1330) o La Celestina (1499) incorporan un importante número de refranes.
En Refranes que dizen las viejas tras el fuego, del Marqués de Santillana, siglo XV, leemos por ejemplo: “A rio buelto ganancia de pescadores”, glosado en 1541 por “En los negocios do ay confusión medran los codiciosos y bulliciosos”.
Puede sorprender, al observar un proverbio en contexto, lo cercanos que resultan los tiempos medievales a nuestro contexto actual y que tan real y lapidaria es la frase.
Sin duda la frase aplica para lo que está aconteciendo en la política nacional en la cual el partido hegemónico del siglo pasado ahora está perdiendo peso y la poca credibilidad que le restaba, simplemente mengua frente a una ciudadanía más informada y con una clara animadversión hacia dicho partido.
La alianza que formó dicho partido tricolor con otros partidos antagónicos por tradición, para variar, también está mermando y justamente por las prácticas tan añejas y aberrantes que continúan teniendo los dirigentes y parte de los militantes que no ven o simplemente no quieren darse cuenta de que los tiempos requieren otra clase de vaivenes políticos.
La primera semana de septiembre se quitaron las máscaras en la política nacional. Morena reconoció, por fin, que es militarista y Alejandro Moreno, dirigente nacional del PRI, se confirmó como aliancista, pero demostró que realmente no le importa con quién sea la alianza, siempre y cuando tenga algo que ganar en lo personal.
El resultado es que la Alianza “Va por México” entró a un impasse y habrá que ver si sobrevive, aunque sea hasta las elecciones del próximo año.
El recuento de los hechos genera la máxima suspicacia. Comenzó el 30 de agosto, con el anuncio de Layda Sansores de que suspendería su “Martes de Jaguar”, después de haber anticipado que mostraría nuevos audios comprometedores de Alito Moreno. Al día siguiente, el presidente López Obrador envió la iniciativa de ley que pretendía formalmente adscribir la Guardia Nacional a la Secretaría de la Defensa Nacional. Esta iniciativa requería solo de una mayoría simple para su aprobación, así que no necesitaba alianza, pero es claramente inconstitucional, por lo que, de no acompañarse con una reforma constitucional, sería fácilmente disputada en la Suprema Corte.
El 1° de septiembre, el secretario de Gobernación acudió a la sesión de Congreso General con la que inicia el año legislativo. Los reporteros captaron un abrazo estrecho pero incómodo entre el secretario y Alito Moreno. Horas antes, el dirigente nacional del PRI había tuiteado que estaba muy contento de iniciar el periodo.
El viernes 2 fue aprobada la iniciativa presidencial. Aunque el PRI votó en contra, llamó la atención que no presentara ninguna reserva a la ley. Al inicio de dicha sesión, la diputada priista Yolanda de la Torre presentó una iniciativa de reforma constitucional que plantea la ampliación del plazo de participación de la Guardia Nacional en tareas de seguridad pública de cinco a nueve años, es decir, hasta 2028.
Mientras tanto, en el Senado, los priistas anunciaron que irían en contra de la reforma del presidente y también de la iniciativa de la priista. Esta cámara aprobó la reforma el jueves 8, con un fast track un poco más pudoroso que el que ocurrió con los Diputados. Al día siguiente, los diputados priistas se reunieron con el secretario de Defensa, quien muy probablemente también participó en este enroque político.
Esta serie de acontecimientos no deja lugar a dudas: Alito Moreno negoció impunidad. La pregunta relevante es saber si tendrá el pleno apoyo de su partido, si generará un cisma a su interior y si descalabrará la Alianza con el PAN y el PRD.
El dirigente priista ha demostrado ser más sagaz de lo que pensábamos. Dicen los que saben que paulatinamente ha consolidado su estabilidad al frente del PRI y su poder en negociaciones estratégicas. Ha demostrado también que no tiene ningún pudor. A diferencia de Manlio Fabio Beltrones y César Camacho, no piensa asumir ninguna responsabilidad sobre el fracaso estrepitoso de su partido y de la alianza electoral. Tiene el apoyo de un consejo político que no lo va a correr, así como a todos los dirigentes estatales del partido y, con eso, el poder de la operación en tierra que, reconozcámoslo, es el verdadero –y único– poder del partido. Así que, sí, probablemente tendrá el apoyo de su partido, seguirá siendo presidente y jugará estratégicamente según le convenga.
Finalmente, la Alianza no tiene alternativa más que esperar o disolverse. El PAN carece de simpatías y poder. Los estados que se disputan el próximo año requieren del priismo para tener siquiera una posibilidad. El PAN y el PRD no tienen realmente nada con que amenazar a Alito si quieren tener por lo menos la posibilidad de competir. Pero, como hemos visto, tampoco parece que sus dirigentes estén obsesionados con ganar elecciones, ni avergonzados de perder estrepitosamente.
Ni vergüenza ni pena de perder, simplemente contender por el hecho de aquella frase que reza “en río revuelto, ganancia de pescadores” sin duda algo ganarán o mantendrán aun sabiéndose derrotados en las urnas.
¿Tú lo crees?… Sí yo también.