Coronarse campeón no una ni dos, ni tampoco tres veces, sino siete es digno de admiración y emoción.
Como buen pachuqueño reconozco que se siente lindo mirar que en tu “tierra” el lugar en el que has vivido siempre surge la fiesta y la homogeneidad de todos los “tuzos” por mirar que el equipo de futbol se corona líder de un campeonato.
Para un hidalguense es importante el juego del balompié no solo por el mero gusto por el soccer sino también por crecer con la idea de que, no solo como pachuqueño sino también como hidalguense, el soccer surgió como un deporte por vez primera en nuestra nación justamente en nuestro estado; Doblemente significativo.
Como en cada región existen personajes singulares que marcan con su historia y dejan huellas imborrables para la posteridad, es el caso de don Enrique Ángeles Díaz “El Frutas” (1930-2008) quien fue, y será, un querido pachuqueño conocido como el primer porrista del club de futbol Pachuca.
Nació en esta ciudad en el año de 1930 y comenzó a animar al club desde la década de 1950, cuando todavía los partidos de fútbol de 2° división se jugaban en el campo de juego “Margarito Ramírez”, donde actualmente se encuentran el complejo habitacional militar en la Av. Madero.
Pero esta virtud se había desarrollado muchos años antes, cuando siendo pequeño en la escuela primaria (en el Colegio Justo Sierra), y desde la tribuna, animaba los partidos de voleibol de sus compañeros; Luego realizaría esa práctica en un marco más amplio, en las disputas deportivas realizaban en la entidad, en el ciclismo, béisbol y la tauromaquia.
Donde, aprovechando su reconocimiento entre los lugareños, realizaba colectas para recaudar dinero que luego repartía entre los deportistas. Pero desde que el fútbol resurgió en los años 50´s en la ciudad de Pachuca, “el Frutas” pasaría a ocupar un lugar central en todos los encuentros de fútbol, tanto los realizados en la ciudad como aquellos jugados en campos contrarios.
La forma de estimular al equipo fue absolutamente novedosa, creativa e innovadora para su época. La pasión externada por el fútbol y el “Pachuca” lo llevaría a realizar auténticas extravagancias, actos públicos que permanentemente sorprendían a la “fría” afición local.
En el año de 1968, por ejemplo, cuando el Pachuca se coronó Campeón de la Segunda División y en homenaje al equipo, “el Frutas”, mandó a quemar fuegos artificiales en todos los cerros que rodean a la ciudad, generando un espectáculo de luces nunca antes visto en la ciudad.
Al mismo tiempo, y tras convencer a varios sacerdotes, mandó a que repicaran las campanas de las iglesias de la ciudad. Además, por esos tiempos ya era tradicional su aparición en el primer partido de cada temporada con su clásica herradura gigante realizada en flores, un amuleto que colocaba a la boca del túnel para que a través del mismo ingresaran los jugadores al campo de juego.
Hoy, éstas y otras historias de vida se han transformado en una riquísima colección de anécdotas personales. Algunas de las cuales lo estimulan a reflexionar sobre el pasado y el presente del club.