by Lauren A. Altamira
He estado pensando mucho en las cosas que perdemos por no valorarlas lo suficiente. Amistades, familiares, amores. La forma en que podemos dejar ir personas importantes en nuestra vida a veces es tan simple como un gesto no hecho, una palabra no dicha, una reacción nacida desde el miedo. Vivimos en constante movimiento, cambiando a diario, y si algo he comprendido con el tiempo es que, aunque digan que nunca terminas de conocer a alguien, hay una esencia que no cambia, una energía que se siente en la piel, en la voz, en la forma en que te miran cuando crees que nadie lo nota.
Mi mayor error fue pensar que siempre habría tiempo. Que si no era hoy, sería mañana. Que si el amor era tan fuerte como lo sentía, entonces el destino se encargaría de juntar los pedazos. Pero no. A veces la vida no se encarga de unir, sino de dar lecciones. Y no siempre el amor basta cuando no se cuida, cuando no se habla, cuando no se lucha.
Yo suelo huir. De lo que duele, de lo que me exige mirar hacia adentro, de lo que me confronta con mis propias inseguridades. No porque no me importe, sino porque me importa tanto que no sé cómo protegerlo sin romperme en el intento. Pensé que tú lo entenderías. Pensé que, por una vez en la vida, alguien sería capaz de ver más allá de mis silencios. Creí que si me alejaba tú vendrías a buscarme, como yo tantas veces lo hice en mi mente, en mis recuerdos, en mis planes del futuro. Pero no lo hiciste. Y eso me obligó a ver que, quizás, yo amaba con una intensidad que tú aún no podías sostener.
Y sin embargo… aquí estoy. Sin reproches, sin resentimientos. Solo con el corazón aún temblando al pensarte. Hay días en los que me cuesta respirar al recordarte, como si tu ausencia me apretara el pecho con ambas manos. Hay días más suaves, en los que encuentro paz en saber que tomé una decisión difícil con el deseo genuino de crecer, de aprender, de sanar. Pero incluso en los días más luminosos, tú estás. Como un eco suave. Como esa canción que nadie pidió, pero que suena en el momento exacto en el que necesitas llorar.
Quisiera decirte tantas cosas. Quisiera explicarte que irme no fue sinónimo de rendirme. Fue mi forma más silenciosa de decir: “Te amo tanto que prefiero dar espacio antes que destruirnos en el intento”. Porque no quería convertirme en una versión de mí que no te hiciera justicia, que no me hiciera justicia. Porque merecíamos encontrarnos desde la libertad y no desde la costumbre.
Sigo soñando contigo. No como antes, con el miedo de perderte, sino con la esperanza de encontrarte. De que, si el amor es verdadero, si tú también sentiste esta conexión inquebrantable, entonces sabrás que no hay distancia ni tiempo que lo apague del todo. Sigo creyendo que el amor de mi vida tiene tu nombre, tu sonrisa, tus manos que sabían sostener mis miedos aunque nunca las extendieras del todo. Porque amar no es perfecto. Amar no siempre es fácil. Pero contigo sentí que era posible. Sentí que podía ser suficiente.
No te escribo para presionarte, ni para pedirte nada. Solo quiero que sepas que aún hay un rincón dentro de mí reservado para ti. Que si algún día decides buscarme, no importa cuándo ni cómo, mi corazón sabrá reconocerte. Porque he esperado por ti no desde la carencia, sino desde el amor. Porque te elijo cada día aunque no estés. Porque aún tengo la esperanza de que el tiempo no siga jugando en nuestra contra. Porque nada me haría más feliz que volver a cruzar tu mirada y sentir que, al fin, ambos estamos listos.
Sé que eres lo que quiero, lo que quiero en vida por un largo tiempo, si no es que es toda, lo sé no porque todo haya sido fácil, sino porque incluso en la distancia, incluso en el silencio, hay un hilo invisible que me une a ti. No quiero que dejemos pasar más oportunidades, no quiero que el miedo nos siga dictando el destino. Ojalá podamos reconocernos sin culpas, sin máscaras, sin expectativas. Solo tú y yo, con todo lo que aprendimos, con todo lo que aún podemos construir.
No sé si leerás esto algún día, si llegará a tus manos o a tu corazón. Pero yo tenía que escribirlo. Porque hay sentimientos que no pueden quedarse guardados. Porque amarte fue tan profundo que necesitaba al menos una forma de decirte: todavía estoy aquí. Todavía creo en nosotros. Todavía creo en ese tipo de amor que no necesita explicaciones, solo la valentía de quedarse cuando todo grita que es más fácil huir.
Y si tú sientes lo mismo, si en algún rincón de tu alma aún guardas lo nuestro, no dejes que pase más tiempo.
A veces, solo necesitamos mirarnos una vez más para entender que nunca dejamos de ser el hogar del otro.