Pachuca de Soto.- Jonathan Glazer adapta, muy libremente, la novela La zona de interés que publicó en escritor inglés Martin Amis en 2015, en la que narra la vida familiar de una jerarca nazi que trabaja en Auschwitz. Y para hacerlo, ha rodado una obra maestra del fuera de campo donde nada se ve, sino que se oye.
Todos tenemos una representación del Holocausto en nuestras cabezas. El cine nos lo ha enseñado en numerosas ocasiones, ya sea en La lista de Schindler (Steven Spielber, 1993), La vida es bella (Roberto Benigni, 1997) o El hijo de Saúl (László Nemes, 2015).
Por eso el inglés, director de rarezas como Sexy Beast (2000), Reencarnación (2004) o Under the skin (2013), asume que ya no necesitamos verlo más. Sabemos todo lo que ahí dentro sucedió entre 1941 y 1945. Y lo que hace es recurrir a un diseño de sonido tan espectacular como escalofriante para hacer que nuestra cabeza imagine lo que el ojo no ve.
Con cinco nominaciones en los Premios Oscar 2024, entre ellas en la categoría de Mejor Película Internacional (es, con ‘La sociedad de la nieve’ de J. A. Bayona, la gran favorita para llevarse la estatuilla), en ‘La zona de interés’ hay dos películas, “la que se ve y la que se oye”, nos decía en el pasado Festival de Internacional de Cine de san Sebastián su director Jonathan Glazer.
Así que nuestros ojos ven a una familia que vive felizmente en una casa junto al campo de exterminio. Pared con pared. Solo vemos las alambradas, lo demás, queda oculto detrás del muro. Rudolf Höss (Christian Friedel) y su mujer, Hedwig (Sandra Hüller) disfrutan del día a día de sus niños, cuidan con mimo las flores de su jardín y organizan picnics con los compañeros de trabajo de él. Lo normal entre ciudadanos cuya única preocupación es mantener su cuota de bienestar y privilegio a salvo.
Pero esos colegas son las SS y él es un ingeniero cuyo cometido es hacer cada vez más eficiente la maquinaria del exterminio, perfecciona el sistema para gasear y quemar a más gente en menos tiempo, lo que le convierte en alguien muy valorado es su organigrama. Mientras vemos esa plácida vida familiar, escuchamos esa industria funcionando en una especie de ruido blanco constante. Porque hay ruido, mucho ruido. Algún grito, algún disparo. Y con eso basta para imaginar el horror.
Jonathan Glazer, que viene del mundo del videoclip y ha trabajado con bandas como Blur, Radiohead o Nick Cave & the bad sheds, ha encomendado a Mica Levi la banda sonora de La zona de interés. “Mica trabajó durante más de diez meses y creó piezas musicales increíbles para la película. Pero después me di cuenta de que no funcionaban. Las imágenes no pedían música, sino sonido. Necesitábamos crear algo muy verosímil, y la música es un artificio maravilloso. Quería interrogar al sujeto sin ella”, explica.
El resultado es una película absolutamente inusual, inquietante y absolutamente perturbadora poco pocas que hayamos visto sobre el Holocausto, aunque aquí casi no veamos nada.