Pachuca de Soto.- En realidad, para hacer una buena película de terror, tampoco se necesitan muchas florituras. Eso es lo que demuestra ‘Vermin: La plaga’, la película francesa que hizo que todos los presentes en la proyección en octubre de 2023 en el Festival de Sitges nos revolviéramos en la butaca con la paranoia de que nos empezaba a picar todo el cuerpo. Y eso que su punto de partida es simple: un grupo de jóvenes en un edificio cerrado a cal y canto con miles de arañas venenosas gigantes en su interior.
‘Vermin: La plaga’ está protagonizada por 5 adolescentes con sus traumas, sus miedos, sus preocupaciones, sus sentimientos… Pero en realidad todo eso nos dan un poco igual. Lo que de verdad nos importa es verlos tratando de evitar al ejército de arañas enormes y tremendamente agresivas que pueblan su edificio. Puede que haya una metáfora de fondo sobre la inmigración, o que los personajes descubran el verdadero significado de la amistad y la familia, pero, repetimos: es lo de menos. ‘Vermin: La plaga’ es el pasillo del terror decorado con telarañas por el que tienes que pasar en la noche de Halloween, o el tren de la bruja en el que, de repente, de la oscuridad, te llevas un escobazo en forma de picadura mortal.
La película toma la premisa de ‘REC’, en la que un grupo de personas quedaba atrapada en un edificio en cuarentena, cambiando a los zombies por arañas, que al fin y al cabo son un poco lo mismo: Se mueven por instintos animales, su fuerza está en su ataque por sorpresa y en grupo, siempre insistentes, y con la capacidad de reproducirse exponencialmente. Pero, además, las arañas son como el ‘Tiburón’ de Spielberg. Quizá no tengan los efectos especiales más realistas, pero no los necesitan, su mera presencia a lo lejos en la pared, o incluso la amenaza de que puedan estar en cualquier recoveco, son suficientes para mantener el terror.