Pachuca de Soto.- Netflix lleva tiempo sorprendiéndonos con su catálogo de animación, y especialmente de anime. Y no lo decimos porque el anime de ‘One Piece’ se haya comenzado a estrenar semanalmente en Netflix. El año pasado la plataforma cerró de manera excelente con animes sobresalientes como ‘Pluto’ o series de animación de la calidad de ‘Samurái de ojos azules’.
Este año, sin ir más lejos, también esperamos el live-action de ‘Avatar: La leyenda de Aang’ o la temporada 2 de ‘Arcane: League of Legends’ como imprescindibles de la plataforma este año. Y si se preguntan que es lo mejor que tiene Netflix en su catálogo, os diremos que toda la filmografía del Studio Ghibli (excepto ‘El chico y la garza’, que aún está de camino al Oscar).
Por eso, cuando Netflix anuncia una película de animación, las expectativas son las más altas. Si encima, tras esa película de animación, está Mappa, el estudio de ‘Jujutsu Kaisen’, ‘Vinland Saga’, ‘Chainsaw Man’ o el final de ‘Ataque a los titanes’, la cosa es para marcar en rojo en el calendario.
Por eso quizás llevábamos las expectativas demasiado altas al ver ‘Maboroshi’, cinta de animación que llegó a la plataforma el 15 de enero y que, tras una gran expectación entre los fans del género, está pasando sin pena ni gloria. Su trama parecía tener el potencial para recordarnos a ‘Your Name’ o ‘Suzume’, exitosas cintas de animación de Makoto Shinkai.
Pero, más allá de un romance juvenil con elementos fantásticos y maldiciones que romper, es evidente que cuesta mucho ser Shinkai. Pero hemos de señalar que, su directora y guionista, Maro Okada, venía de hacerse un prometedor nombre con ‘Makia, una historia de amor inmortal’ (2018).
‘Maboroshi’ resulta confusa y, sobre todo, aburrida. Todo gracias a una trama fantástica que no es que no se explique, es que parece no tener ganas de hacerlo. En un pueblo japonés hay un accidente en una fábrica que parece romper el cielo.
A partir de ese momento, los habitantes se dan cuenta de que no pueden salir de la zona y de que el tiempo no avanza. Pasan los años y los niños siguen siendo niños, las embarazadas nunca paren, etc. Sin el paso del tiempo, los jóvenes pierden la motivación por mejorar al no crecer, aunque otros están contentos con su situación de atemporalidad. Alrededor del chico y la chica protagonista (romance evidente) no tarda en aparecer una joven asalvajada que ha crecido sola en la fábrica y parece ser la clave de todo.
Sabemos que hay muchos relatos fantásticos japoneses que no llegamos a comprender del todo al haber una barrera importante de folklore. Pero el problema de ‘Maboroshi’ no es que no lleguemos a comprender nunca del todo la situación, es que la forma en la que nos lo cuentan no llega a tener nunca interés.
Los personajes, adolescentes o adultos, se abocan a un romance sin pasión alguna y los diseños y comportamientos de los protagonistas están faltos de carisma, pasión y personalidad. Así, se sucede una película monótona y gris, tan inmóvil como el pueblo que la protagoniza.
Qué le vamos a hacer, no todo el anime de Netflix puede ser siempre sobresaliente.