Durante algo de tiempo mi ser deseaba partir de casa, poder separarme de las reglas de mi familia y poder hacer lo que se me antoje, cuando quiera, donde sea, y como quiera. Aunque para serte muy sincero, no creí fuera a suceder tan pronto, que yo lo logrará, y sobre todo, que fuera tan inimaginablemente lleno de sentimientos que no podía identificar.
Empecemos con que mi partida inicio por huir de aquellos problemas familiares que estaban desapareciendo poco a poco, pero no sabía si para siempre, y nunca he sido buen amigo de la incertidumbre, por lo que opté por escapar de toda clase de ansiedad que me pudieran provocar.
Todo parecía perfecto, había conseguido un lugar lo suficientemente buena en espacio y calidad para mí solo, lo esencial. El precio era excelente, y simplemente decidí lanzarme a él, como si fuera una bocanada de aire fresco en un extenuante mar que solo buscaba ahogarte una y otra vez cada que te descuidabas o te confiabas de que las cosas eran perfectas y que hicieras lo que hicieras, te sentías cómodo.
Y así empezó mi travesía, me mudé y me sentía feliz, emocionado, contento, pero al ver a mi madre guardar cosas para darme para mi lugar rentado, no pude evitar sentirme abrumado por un extraño sentimiento que podría considerarse tristeza, y cualquiera podría decir: ¿cómo es que te sientes así si lo que querías era huir?
Muchas veces creemos que huir de los problemas solo por querer más libertad es lo correcto, y puede que algunas veces lo sea, pero tengo que decirte algo, yo como un verdadero experto en el tema, te cuento que también ganas muchas cosas más. Como gastos de dinero que antes no dependían de ti, o el alimentarte por ti mismo, o tal vez estar solo por completo.
Sin embargo, ninguno de estos fue mi problema, no me sentía extraño por eso, era porque iba a extrañarlos, si, a mis padres, porque no me había dado cuenta lo increíble que era estar con ellos, bajar a comer con ellos, sentarnos en la sala o el jardín a charlar, o tal vez solo existir en el mismo espacio, incluso aunque no existiera convivencia.
Pude entender con algo de tiempo, que no había perdido nada, pero que extrañaba cada una de las cosas buenas que eran, y lo que me ofrecían, y no podía estar más agradecido por todo lo que me habían enseñado, por lo que me habían inculcado, y porque aunque yo me fuera, me dijeron “está siempre será tu casa, y tú puedes volver cuando quieras”.
Sorprendentemente esa frase me detono en mí ser una seguridad que no sabía que necesitaba, porque aunque me fuera mal, yo tendría un lugar al cual volver, y eso era suficiente para mí.
Y si tú estás yendo de tu casa, y te sientes como yo, solo quiero decirte que lo estás haciendo bien, que es un poco difícil, pero que tus personas especiales siempre estarán para ti, y que no está mal volver debes en cuándo.
Que no tienes por qué aguantar las ganas de llorar porque te sientes nostálgico, solo o feliz.
Que puedes hacerlo y que no está mal visitarlos todos los días en lo que logras acoplarte.
Pero no olvides que estás iniciando algo, y así como es un proceso, poco a poco irás dejando de hacer cosas, no tengas miedo porque vas diario, alguno el destino pondrá algo y tendrás que enfrentarlo, y si, aunque no es fácil, tampoco es imposible.
Y si nadie cree en ti, yo creo en ti.
Lo estás haciendo excelente.