Cuando mi madre desapareció sin dejar rastro, no tuve más que creer que mi madre nos había abandonado, y sé que me terminé comportando como un adolescente que no logra entender el mundo, pero cree que lo sabe todo, y que odia al mundo por haberle quitado lo que más feliz la hacía.
Mi madre y yo no pudimos haber sido más unidas, durante algún tiempo mi padre había tenido demasiado trabajo como para convivir con nosotras, así que realmente entre nosotros no había una relación real que pudiera unirnos.
Así que ya te imaginarás que cuando madre desapareció, toda nuestra vida se vino abajo, no sabíamos nada del otro, no nos sentíamos cómodos juntos, y sobre todo, el busco el consuelo en otros brazos mucho más largos y mayores que los de su propia hija.
Cuando nos mudamos a otra ciudad por el increíble trabajo de mi padre, tuve que dejar atrás a mis abuelos maternos, los cuales se habían dedicado a criarme, por supuesto me opuse y quería quedarme con ellos, aunque tuviera que dejar todo lo que mi papá consideraba comodidades, y que yo consideraba lujos.
Al llegar al departamento nuevo, me sorprendió ver el enorme espejo que mi madre tenía en su cuarto, lo acaricié con cuidado, sintiendo una especie de atracción hacia él, como si me llamará y me rogará que me quedará justo dónde estaba.
— Quise traerlo para ti, para que no te sientas lejos de tu madre-escuché detrás de mí.
Por supuesto no fue la voz que quería escuchar, ni la que necesitaba, ni la que quería.
— Hola, June, gracias-salude a secas a la pareja de mi padre.
— Entiendo que no quisieras venir, pero creo que será mejor para todos-acarició su enorme barriga y yo sonreí, fingiendo que estaba de acuerdo.
— Claro, sí, seremos una familia-dije con sarcasmo, y no sé si ella no entendió o simplemente fingió demasiado bien.— ¿Crees que podría tenerlo en mi cuarto?
— Por supuesto, te lo pondremos frente a tu cama.
Pasaron un par de semanas hasta que una noche con tormenta y rayos eléctricos, a June se le rompió la fuente y mi padre me pidió quedarme en casa y preparar todo. Sorprendentemente, para todos los que me están leyendo ahora, no estaba molesta por la nueva llegada del bebé, ni con June, con quien estaba molesta por su abandono y evidente falta de apoyo era con mi padre.
Así que acomode todo en el cuarto de la bebé, la cual se llamaría Juniper, un nombre nada común, pero realmente original, fui a mi cuarto por ese peluche que me regalo mi madre cuando tenía cinco años, lo puse en una bolsa de regalo y un moño lindo, y justo cuando estaba a punto de salir del cuarto, escuché un siseo, y entonces vi una serpiente ir directo al espejo y atravesarlo como si fuera agua.
Y quiero dejar claro que yo no tengo una serpiente de mascota y estamos en el piso más alto del edificio, pero eso no es lo que me preocupaba, ¿cómo es que había cruzado un espejo así de esa manera?
Me dirigí directo al espejo, y lo toqué, el espejo se movió como si le hubiera caído una gota de agua, entonces escuché la voz de mi madre, llamándome, pidiéndome que me acercara, y no lo pensé dos veces, lo crucé sin pensarlo y sentí como si todo mi cuerpo se estuviera mojando poco a poco, no abrí los ojos hasta que escuché unos pájaros cantar, y entonces lo vi.
Estaba en una cabaña, de pura madera, y frente a mí se encontraba una mujer cepillándose el largo cabello, pude percibir un olor familiar, y entonces, ella se giró, y todo pareció quedar en silencio, y solo estábamos ella y yo.
Ahí estaba ella, como si fuera ese mismo día que desapareció, con esos rizos castaños que mostraban lo fabulosa que siempre había sido, corrí hacia ella y la abracé con tanta fuerza que estoy segura que la debí dejar sin aire, pero ella no me lo devolvió, solo pude sentir lo tiesa que se puso.
— Mamá, te extrañé tanto.— ahora mediamos lo mismo, y podía mirarla a los ojos.
— ¿Morgan?
— Sí, soy yo, Morgan.
Sus manos acariciaron mi rostro, con cuidado, como si yo fuera una especie de muñeca de porcelana, su piel era exactamente igual a la mía, parecía que éramos una misma, su sonrisa era tan blanca que me sorprendió y cuando menos me di cuenta, me empujó hacia el suelo con tanta fuerza que me golpee en la nuca.
Cuando le regresé la mirada desde el suelo, ella se dirigía hacia mí con un cepillo en la mano, yo empecé a hacerme hacia atrás intentando alejarme de ella y entonces la puerta que estaba a mi lado se abrió con tanta fuerza que me desmayé.
— ¿Estás segura de qué es ella?
— Sí, segura, me lo dijo cuándo se lo confirmé.
— Si Haley se entera de que está aquí, intentará regresar.
— No podemos perder a mamá.
— No lo haremos, cariño.
Miré de reojo, con miedo a lo que me estaba enfrentando, y entonces vi a un hombre con el mismo tono de piel morena que yo, y ahí estaba mi madre, con una mirada que nunca en mi vida le había visto, me dolía la cabeza a más no poder, intenté tocarme para sentir si había un chichón, pero algo me impidió moverme.
Estaba amordazada en una silla, y entonces la miré a ella con desesperación.
— Hola, Morgan.
— Mamá, ¿qué está pasando?-le pregunté.
— Yo no soy tu madre, querida hermana.
Mi piel se erizó al escuchar sus palabras, ¿hermana? Entonces la miré mejor, las cejas no eran como las de mi madre, ni los labios, parecía una combinación con el hombre que estaba justo al lado de ella.
— Morgan, sé que debes estar confundida, pero nosotros no queremos hacerte daño, solo queremos que regreses por donde viniste y olvides que esto sucedió-explicó el hombre.
— Lo haré, lo haré, esto debe ser un sueño, ¿no?
— Sí, un sueño, eso es-dijo la mujer.
La puerta del cuarto se abrió, una mujer con una capa entro, con un montón de bayas y champiñones, me pareció que la edad se podía ver en sus manos.
— Te traje tus favoritos, cariño-su voz me hizo erizar la piel, levantó el rostro y entonces ella me vio, y pasó de mí, a ellos.— ¿Qué está sucediendo aquí, quién está joven?
— Haley, ella…-¿Haley? ¿Mamá? Ella levantó la mano, y ellos callaron.
Se acercó a mí con lentitud, ni siquiera me miraba, solo me desato y yo me enrollé en su cuerpo, si esto era un sueño, estaba siendo demasiado real.
— Tranquila niña, no pasa nada, te dejaré ir.
¿Niña? No sabe quién soy. Intenté hablar, pero la chica negó con la cabeza, yo me quede en silencio y no sé por qué decidí que no quería decirle quién era. Escuché como charlaban sobre que, hacer conmigo, y como excusaban de mil maneras que no planeaban dejarme aquí, y entonces me di cuenta.
Ella no sabía quién era yo, no sabía si no lo recordaba, o si no me reconocía, pero mi madre había tenido una familia aquí, era feliz, y parecía tan enamorada de ese hombre que la miraba como si fuera lo más bello que había existido en el planeta.
Yo ya no era su pequeña, yo solo era Morgan, la hija de un padre que abandono a su hija y fue adoptada por June como si fuera suya, yo ya tenía mi madre, y la chica que estaba frente a mí, tenía el mismo miedo que yo de perder la suya.
Tomé el valor suficiente y me levanté, caminé en silencio hacia el espejo mientras los adultos peleaban y él la llevaba fuera de la habitación, y justo cuando estaba a punto de cruzarlo, la chica me tomó de la muñeca.
— ¿Te irás? ¿No quieres quedarte? He soñado con tu vida, no eres feliz.
— No puedo quedarme, la vida de ustedes, cambiaría.
— Somos hermanas – me tomó de la mano y pude sentir como si todo se completará. – Puedes quedarte sin decir de dónde vienes.
— Yo soy Morgan, ¿y tú?-conteste evadiendo sus palabras.
— Juniper.
Y entonces recordé todo, quién me esperaba en casa, qué mamá había desaparecido hace mucho, y no podía seguir regresando al pasado. Me acerqué la que al parecer era mi hermana, le besé la frente, y segundos después crucé el espejo. Cuando abrí los ojos me encontraba en el mismo cuarto que dónde estaba antes, tomé la escultura y la lancé contra mi reflejo, el espejo se rompió en mil pedazos, algunos me cayeron en el rostro, pero no había estado más segura de una decisión como ahora.
Tomé el regalo y justo cuando iba saliendo, mi padre venía corriendo por el pasillo, me miró como si no me hubiera visto en mucho tiempo y me abrazo con fuerza, yo le devolví el abrazo.
— ¿Todo bien? Venimos llegando del hospital y escuché que se rompió algo, pensé que había pasado algo.- me tomó del rostro y me miró, por primera vez en mucho tiempo a los ojos.
— Estoy bien, tranquilo.
— ¿Sabes que te amo, verdad Mu?.— mis ojos se llegaron de lágrimas al oír el apodo que me decía cuando era pequeña, él pareció no notarlo.
— Lo sé, yo también te amo-lo abracé y él me beso la cien con tanta fuerza que aún puedo recordar la sensación.
— Ahora vamos, tienes que conocer a tu hermana Juniper, es igual a ti, perfectas las dos-se giró y caminó hacia la sala.
Miré de reojo hacia el espejo destrozado, en un pequeño trozo de reflejo pude ver a Juniper sonriéndome, escuché un suave adiós, le respondí con una sonrisa, y susurré ‘Adiós’, entonces ella desapareció, yo me giré y caminé detrás de mi padre, hacia la que es mi vida, y hacia lo que quiero vivir.