Cada 18 de marzo se recuerda en el calendario cívico la “expropiación petrolera” una fecha que desde aquel lejano 1938 ha quedado plasmada en el ideario mexicano como una celebración de soberanía y patriotismo. A pesar de viperinos comentarios en torno a esta efeméride, un riguroso estudio y análisis para identificar los orígenes de la expropiación petrolera mexicana son necesarios para la obtención de un juicio más objetivo y sin fanatismos.
Analicemos:
Hace 40 años el historiador austriaco Friedrich Katz escribió “La guerra secreta en México”, reconocido como un libro fundamental para el estudio de la Revolución Mexicana, resultado de una exhaustiva investigación en fuentes documentales hasta entonces inexploradas. Aquella obra abarca las dos primeras décadas del siglo XX.
La investigación cubre la década de los 30´s y los 40´s del siglo pasado, poniendo especial atención en el sexenio de Lázaro Cárdenas y la singular relación que mantuvo con la Alemania nazi. Katz analiza al gobierno de Cárdenas como un fenómeno único, tanto en la historia de las revoluciones como en la historia de América Latina. Mientras que revoluciones como la francesa, la rusa o la china impulsaron cambios sociales que costaron la vida a millones de personas, la mexicana, después de la etapa armada -justamente durante el cardenismo- promovió cambios prácticamente sin recurrir a la violencia y bajo un “clima democrático”.
La misma expropiación petrolera de 1938 fue ejemplo de los profundos cambios sociales y políticos que estaba impulsando Cárdenas. Esta acción, que en otras circunstancias habría significado un serio problema con Estados Unidos, fue facilitada por la situación política internacional: por un lado, el presidente estadunidense, Franklin D. Roosevelt, no estaba aliado con las compañías petroleras de su país afectadas por la expropiación, y quería establecer una política de buen vecino con México, además de que su embajador simpatizaba con Cárdenas.
Un segundo factor fue que en el marco de la lucha antifascista, Estados Unidos necesitaba aliados: de todos los países de América Latina el más antifascista era México.
Todo ello le daba a México una apreciable libertad de acción, pero en otra situación algo como la expropiación petrolera hubiera significado una oposición fortísima de Estados Unidos.
Por reformas mucho más moderadas que las impulsadas por Cárdenas, en 1953 el presidente Arbenz, de Guatemala, sufrió reacciones diez veces más severas.
Las compañías petroleras internacionales promovieron y lograron un boicot mundial contra el petróleo mexicano, lo cual se tradujo en graves problemas económicos. Cárdenas estaba en una situación desesperada, porque si Francia o Inglaterra compraban petróleo a México, argumentaban que era petróleo robado y lo embargaban, y al mismo tiempo presionaban a la industria para que no vendiera maquinaria ni equipo a México. Entonces los nazis ofrecieron un intercambio a México de productos industriales por petróleo. Cárdenas no tuvo más remedio que aceptar, a pesar de su política antinazi. Entonces el gobierno alemán quiso presionar a Cárdenas para que abandonara su política, pero este no aceptó y siguió protestando contra la política nazi en el mundo. Sin embargo, ¿cómo justifico Cárdenas la relación comercial con los nazis?
Cárdenas decía que todas las potencias tenían relaciones comerciales con los nazis; el mismo Roosevelt, que se oponía a esta doctrina, también tenía vínculos comerciales con ellos. México no era una excepción. Además, decía: “nos gustaría mucho más vender petróleo a Estados Unidos, Francia e Inglaterra, pero si ellos no lo aceptan…” México necesitaba maquinaria petrolera y un mercado, pero no sacrificó su independencia política y siguió siendo un país antinazi.
En sus investigaciones, Friedrich Katz encontró que al principio México era indiferente a los nazis, ya que estos estaban más interesados en los países sudamericanos como Argentina, Brasil y Bolivia, donde había centenares de miles de alemanes y con cuyos ejércitos habían tenido relaciones muy estrechas. A México no se le consideraba muy importante. Eso cambió durante la guerra civil española, cuando se apoyó a la república, enviándole armas y ayuda diplomática, en tanto que los alemanes apoyaban a Franco. Entonces los alemanes empezaron a establecer ligas con grupos fascistas de México. La situación volvió a cambiar después de la expropiación petrolera. Para no poner en riesgo su abasto de petróleo, los nazis dejaron de apoyar a los grupos derechistas y fascistas mexicanos, que, por otro lado, ya habían entablado relaciones con los petroleros estadunidenses.
Será así que Cárdenas forjo una buena relación diplomática ante la Alemania nazi sin renunciar a los ideales socialistas y al mismo tiempo logrando que México prosperará estratégicamente ante los embates del mundo.
¡Recordemos el 18 de marzo! Preservemos nuestros recursos naturales construyendo una soberanía sólida.
¿Tú lo crees?… Sí, yo también.